
Las fotografías que componen esta serie nos hablan del espacio antes habitado desde su ánima, aquello que permanece o más bien se resiste a la desaparición. La luz invasora ilumina sin miramientos trasformando poéticamente el deterioro. El lugar está vacío, húmedo, la ruina va creciendo y con ella el olvido, pero aún de las paredes cuelga la memoria. Por las ventanas, por los pasillos y en los rincones, el viento con su presencia invisible, recorre, entra y sale, perturba aún los muros, silba las melodías del pasado, de lo que no regresará más.
En las imágenes, dice Aristóteles en su Poética, se ve algo más respecto a la realidad original. ¿Qué se ve? Algo que no es directamente visible. Así, esta serie aspira a comunicar lo no visible y en esa medida deslinda el documento, para pasar directamente a la percepción y en ella a lo sensible. La memoria busca ser redimida en una instancia distinta, permanecer de otro modo.


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