lunes, 2 de abril de 2012


Lo que aún persiste

“Lo perdido no exige ser recordado o conmemorado, sino permanecer en nosotros y con nosotros en cuanto pérdida, como algo inolvidable” (Giorgio Agamben, “El tiempo que resta”, p.46)

Propuesta de Margarita Mejía en La Otra, Feria de Arte contemporáneo, Bogotá octubre de 2011.

Las fotografías que componen esta serie nos hablan del espacio antes habitado desde su ánima, aquello que permanece o más bien se resiste a la desaparición. La luz invasora ilumina sin miramientos trasformando poéticamente el deterioro. El lugar está vacío, húmedo, la ruina va creciendo y con ella el olvido, pero aún de las paredes cuelga la memoria. Por las ventanas, por los pasillos y en los rincones, el viento con su presencia invisible, recorre, entra y sale, perturba aún los muros, silba las melodías del pasado, de lo que no regresará más.

En las imágenes, dice Aristóteles en su Poética, se ve algo más respecto a la realidad original. ¿Qué se ve? Algo que no es directamente visible. Así, esta serie aspira a comunicar lo no visible y en esa medida deslinda el documento, para pasar directamente a la percepción y en ella a lo sensible. La memoria busca ser redimida en una instancia distinta, permanecer de otro modo.






Desear la imagen

Margarita Mejía y su apuesta visual

más allá de la fotografía


Por Lorena González, Curadora venezolana

Algo entre el deseo y el afuera, entre la imposibilidad de la mirada y las resonancias de una imagen subyacente, a un tiempo relatora y protagonista, se encuentran en ese más allá de excepción que componen las estrategias de aproximación de la artista Margarita Mejía.

Su tratamiento visual nos recuerda evanescentes temperaturas y trepidantes conmociones cercanas a la escritura visual, como si fuera capaz de entrar en los derroteros del cuerpo físico y dialogar desde la imagen con otro sujeto… ése discursivo, íntimo y contenido.

Para esta exposición nos presenta dos proyectos. En la serie CUERPOS SENSIBLES, vemos las estrategias de la luz para capturar los tránsitos de un desplazamiento físico, la evanescencia del gesto y el movimiento. Ese deseo por aferrar lo que ninguna mirada puede sujetar. Las poéticas entre la técnica y la palabra que conviven entre los títulos y la imagen.

En la serie COLECCIÓN DE MUJERES, se muestra la intervención del otro como coautor del retrato. Hay diálogos establecidos a partir de la imagen que construyen los linderos de otras resonancias de ese yo que es mirado - junto a los valiosos desplazamientos de aquel que mira.

La imágenes de Margarita Mejía son movimientos de un destello fugaz que nos habla de profundidades allende a la forma, de una emanación invisible para los ojos que es repentinamente capturada por la respiración del artista.

Exposición realizada en la Biblioteca Departamental de Cali Jorge Garcés Borrero, del 22 de noviembre de 2011 al 22 de enero del 21012, con la curaduría de Lorena González, en el marco de celebración de los 20 años del Periódico La Palabra de la Universidad del Valle.












viernes, 27 de noviembre de 2009

Paisajes emocionales

Árboles, de la serie Paisajes Emocionales, 2008



Texto de Margarita Mejía

Cierto día, con el espíritu abierto, salí a caminar, al girar en una esquina me sorprendieron las sombras de unos árboles proyectadas en una enorme pared, moviéndose como presencias con la luz crepuscular. Algo en mí se detuvo, de repente quedé suspendida en un universo de luz y sombra, vivo, latiendo frente a mí; mis ojos contemplando las formas animadas y mi cuerpo uniéndose a ellas como en una danza silenciosa, quieta. Por los orificios de las ramas penetraban los rayos del sol anaranjado, mientras el viento las movía delicadamente y rebotaban como abriendo una tercera dimensión en aquel muro. Yo podía sentir con todo mi ser (mente, cuerpo, energía, alma), aquella visión; de la manera más respetuosa, casi con veneración, empecé a fotografiarla, inmersa como estaba, en aquel trance de perplejidad, de asombro. Más tarde escribí:


Viento y sombra

presencias que me hablan

en lo más hondo

Empecé a relacionar algunos de mis paisajes fotográficos con el haikú, por haber sido realizados con cierta disposición del corazón hacia las pequeñas cosas. El significado japonés de la palabra kokoro: corazón, no se reduce únicamente al sentimiento o a la emoción, se refiere a algo que está entre el pensamiento y la sensación, pero aún más allá. "La palabra Kokoro, es más, es el corazón y la mente, la sensación y el pensamiento y las mismas entrañas"[1]. Esta definición me acerca a la experiencia creativa, la posibilidad de ver y fotografiar, gracias a un estado despierto y receptivo de la mente para abrirse a la imagen que pueda llegar, algo similar al éxtasis, al sátori, un momento de elevación supremo, donde el sujeto se funde con el universo.

El haikú pertenece a esa clase de creaciones que se ofrecen, tanto a la contemplación, como al acto imaginativo del espectador. Es un objeto inacabado y por lo tanto imperfecto, pero es precisamente su imperfección la puerta de su vitalidad, pues quien lo recibe lo completa, o más bien lo continúa.

Octavio Paz logra definir este aspecto cuando sugiere: su verdadero nombre es conciencia de la fragilidad y precariedad de la existencia, conciencia de aquel que se sabe suspendido entre un abismo y otro. Expresar esta conciencia en una imagen es ya un desafío, que merece la pena ser asumido.


[1] Tablada José Juan, Hiroshigué, México, 1914, en Las Sendas de Oku, Traducción de Octavio Paz y Eikichi Hayashiya, Pág., 10, Barcelona, 1970.

martes, 20 de octubre de 2009

Cuerpos sensibles
Fotomuseo de Bogotá, octubre a noviembre de 2004.
Especial para el Diario El Espectador, publicado en la semana del 17 al 23 de octubre de 2004.


Cuerpos Sensibles

Presencia no es objeto, Margarita Mejía 2004


El escritor Cristian Valencia descubre el lenguaje de la obra Cuerpos Sensibles, de Margarita Mejía

Cuerpos que se huyen, que se encuentran consigo. Que transgreden su forma para extender una invitación a volar consigo mismo en primera clase. Cuerpos que se preguntan por la piel, que se abandonan, que se requieren, que se urgen. Cuerpos que se marchan y se subordinan al alma. Así es la obra que actualmente expone Margarita Mejía en la Carrera 3ª con calle 19. Todas sus fotografías están trabajadas en color sol sobre un riguroso fondo negro, cosa que hace pensar en un evento cósmico, un minisistema que genera sus propias leyes.
De sus antiguos trabajos queda la sensación de ponerse en paz con el pasado, de reconocerse en la oscuridad, de viajar al interior mismo de cada ser, de violar ese velo frágil que separa la vigilia de los sueños; explorando la vida en blanco y negro, de este trabajo queda el poder de la energía, siempre femenina; la posibilidad real de conectarse con algo grande por medio de los sentidos, sin desconocer el cuerpo y el mundo mujer. Tal vez, aunque toda interpretación sea un cuento, Margarita Mejía nos susurra es una bolita de energía, fiel copia de los dioses, o de todos los soles. Reiterando, como siempre, que si bien las realidades se juntan, no dejan de ser muchas las que existen.
Margarita Mejía le presta tanta atención al cuidado técnico de sus fotografías, como al lenguaje escrito. Sus títulos no son casuales, es claro que están diseñados para trabajar en equipo. Si bien cada foto es contundente por sí sola, sin aditivos, los títulos le adhieren un movimiento continuo, y hacen explotar el conjunto como una sentencia poética de un Haikú. Adentro hay uno que se eleva, Libertad es escucharse, Los bordes son frágiles, Cada ángel tiene su sombra y Adentro hay uno que se arrastra, son apenas ejemplos del cuidado poético del universo que nos regala.


Fotomuseo. Eje ambiental Cra 3ª , entre calles 17 y 19, Bogotá.



domingo, 18 de octubre de 2009

"Colección de Mujeres" en Fotográfica Bogotá, Bienal Internacional
Museo de Artes Visuales Universidad Jorge Tadeo Lozano, mayo -junio 2009